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Roadbook USA, from Anchorage to Miami

Roadbook From Alaska to Florida

Roadbook USA, la diagonal de los locos

Nadie lo había hecho. Nadie lo había intentado. Quizás porque no sirva de nada, no signifique nada ni aporte nada en especial. Sin embargo, estas fueron tres buenas razones para trazar este Roadbook por los Estados Unidos, un roadbook de más de 8.000km que unirían las ciudades de Anchorage (Alaska) y Miami (Florida).

En estas monótonas vidas que llevamos, nos instan las ganas de salir de la rutina marcada y hacer alguna que otra locura. Esa debió ser la motivación de estos dos franceses, Pascal y Gérard, cuando un día, mientras cenaban entre amigos, se les ocurrió llevar a cabo una gran aventura.

 

Porsche 964 Carrera 2

 

Roadbook USA : Anchorage (Alaska) – Miami (Florida)

Sin saber muy bien porqué, alguien propuso unir por carretera las ciudades de Anchorage, en Alaska y Miami, en Florida. Y, ¿por qué estas dos ciudades? Porque son las dos ciudades americanas más separadas entre sí. Mirando el mapa vemos que se trata de dibujar una diagonal de norte a sur, y de oeste a este de los Estados Unidos y parte de Canadá. “La conversación, quizás por la buena comida y el buen vino, se fue animando y al final decidieron hacerlo de una forma aún más alocada, escogiendo en cada momento la velocidad y asumiendo, pasara lo que pasara, las consecuencias de ello: accidentes, multas o las eventuales visitas a la comisaría (muy comunes)”, comentaba Pascal. Esa noche, antes de despedirse para irse cada uno a su casa, se dijeron una vez más que tenían que llevar a cabo esta aventura sí o sí, y empezaron a elaborar en sus mentes, su Roadbook particular.

 

Porsche 964

Pioneros del Roadbook USA en diagonal

Días más tarde y cuando alguna de sus amistades pensaba que se habrían olvidado del tema, Pascal y Gérard comenzaron a planearlo todo. Sorprendentemente, resultó imposible encontrar datos de una anterior tentativa realizada en esta ruta. Hay récords de norte a sur o de este a oeste, pero la ruta de su roadbook particular aún no existía. ¡ Extraño! El itinerario discurría por la legendaria Alaska Highway, pasando por lugares míticos de la fiebre del oro como Dawson City, Yukon o Klondike, cuyos nombres celebres forman parte de la leyenda del Oeste americano, del folklore y de las películas del oeste de John Huston. ¿No tenía suficiente atractivo su roadbook ? Pues parece que no, nadie antes lo había intentado o al menos, nadie que lo hubiera dado a conocer, hecho que no hizo más que aumentar la osadía de nuestros dos aventureros.

Como ambos eran amantes de Porsche, no hubo discusión alguna sobre el vehículo que tendrían que escoger, y que obligatoriamente sería a lomos de un caballo de Stuttgart. Pero a la pregunta de Pascal “¿Serás capaz de estar sentado en el asiento del pasajero durante 8.000km?”, Gérard contestó con la misma pregunta. Fue entonces cuando decidieron trazar la ruta de su roadbook con dos coches totalmente idénticos, dos Porsche 964 Carrera 2 Cabriolet (¿Por qué no?) por su fiabilidad y por su look clásico. Estaba claro entonces, la aventura se llevaría a cabo con dos coches, lo que lógicamente hacía más dura la prueba, ya que cada uno debería recorrer los más de 8.000km que separan Anchorage de Miami.

Tocaba echar mano de la agenda de cada uno y empezar a buscar a los contactos y patrocinadores que les permitieran llevar a cabo su objetivo. Un fabricante de relojes, un fabricante de neumáticos, un transportista marítimo y así hasta llegar a un buen número de empresas y personas que se involucraron en la realización del viaje trazado en su roadbook. Incluso contactaron con los especialistas Porsche de Sierra Madre Collection, ubicados en California, quienes se comprometieron en hacerles llegar cualquier pieza que pudieran necesitar en menos de 24 horas.

 

964 Carrera 2

Hora de poner en práctica el trazado del roadbook: embarcando

Tras una buena revisión y puesta a punto de los dos vehículos, estos fueron llevados al puerto de Le Havre (Francia), para ser embarcados en el barco que los llevaría a cruzar el charco. Al coche de Pascal sólo le faltaba una cosa, cargar el aire acondicionado, pero decidió cargarlo una vez en destino pero,… cuando hablamos de su “destino”, hablamos de Alaska y los mecánicos locales a quien consultaron, atónitos, reaccionaron con una pequeña sonrisa en plan “la última vez que hemos recargado un aire acondicionado fue…déjame pensar…”. En definitiva, Alaska no era el mejor sitio para recargar el aire. Luego, fue demasiado tarde: “Una vez que se dio el pistoletazo de salida que daría inicio al trayecto planeado en nuestro roadbook, no nos íbamos a parar por esta tontería”, explicaba Pascal.

 

Porsche 964 Carrera

El problema se daría más adelante, llegados en tierras más cálidas. Pero… como las desgracias nunca llegan solas, justo cuando estaban embarcando los coches, se dio cuenta que la calefacción de su unidad estaba bloqueada al máximo. Demasiado tarde para solucionarlo. Calefacción a tope y sin aire acondicionado, perfecto en Alaska pero… posiblemente no lo sería en Florida en pleno mes de Agosto.

Finalmente, a mediados de Junio, los dos 964 partieron de Le Havre en dirección de Seattle (Estados Unidos), ya que no encontraron transporte directo hasta Alaska.

El 5 de agosto llegaron al puerto de Tacoma, en el sur de Seattle. Fue entonces cuando se enteraron que la ley americana prohibía la entrada de cualquier mercancía sin la presencia de su propietario, y que este trámite podía tomarles hasta 10 días. Para tener los coches en Anchorage (Alaska) antes de septiembre, tenían que volar a Estados Unidos lo antes posible. Gérard se fue a Los Angeles por trabajo y Pascal a Seattle el día 18 de Agosto, cuestión de intentar acelerar los trámites.

Una vez todo solucionado, aún quedaban 3.795km para llegar a Anchorage. Nuestros dos aventureros se preguntaron entonces ¿por tierra o por mar? Ambos coincidieron en que la mejor opción sería por mar, con el fin de ahorrar fuerzas para la dura prueba que todavía no habían empezado. Esta decisión pareció correr como la espuma en el puerto de Tacoma porque inmediatamente, fueron asediados por varios agentes y brokers que les ofrecían transporte en barco hacia Alaska. Un poco al azar, escogieron la opción que parecía más seria y que garantizaba que embarcando los Porsche el día 20 de agosto, estos llegarían a destino el 28. Una vez el transporte pagado, recibieron la confirmación por parte de la compañía marítima, asegurándoles que la llegada del barco sería el…4 de septiembre. El engaño había sido perfecto. Pánico a bordo, llamadas y amenazas: “Pero si yo no os garanticé nunca la fecha…”.

La llegada a Miami estaba prevista entre el 4 y 6 de septiembre, y ahora por supuesto, no iba a ser posible. Por suerte, dieron con un señor experimentado de la Compañía Nacional de Ferryes de Alaska que les ayudó: “En 20 años, nunca he visto un barco hacer Seattle-Anchorage en más de seis días”, y le ofreció dos plazas en un ferry que los llevaría en 4-5 días hasta Haines, todavía a unos 1.200km de Anchorage.

La oferta era tentadora, pero Pascal ya había pagado 2.700$ al otro ferry. Fue cuando el señor le dijo: “Muy simple, les amenazáis de presentar una denuncia de fraude en www.transportreviews.com y veréis como se arregla”. Dicho y hecho, la llamada de teléfono no había funcionado, pero sí la amenaza de denuncia, que funcionó inmediatamente, incluso se evaporaron los 450$ de gastos de anulación. Pero entonces surgió un nuevo problema logístico. El puerto de salida no sería el de Tacoma, sino el de Bellingham, cerca de la frontera de Canadá. Como Pascal estaba sólo, pues Gérard seguía en Los Ángeles por trabajo, a Pascal le tocó coger uno de los 911, llevarlo a Bellingham, a más de 300km y volver a por el otro 911. Una vez la logística solucionada, le tocó de nuevo regresar a Seattle para recoger a Gérard, y ambos subir de nuevo hasta Bellingham. El día 22 de agosto, a las 18h, el ferry por fin zarpaban rumbo a Haines.

Durante los siguientes 4 días, compartieron charlas con leñadores, camioneros, campistas, jubilados y profesores que regresaban para el inicio de las clases. Como les habían comentado, esperaban también ver ballenas, belugas y otros grandes mamíferos,… tuvieron que conformarse con los tímidos soplidos de dos cetáceos, aunque poco les importó porque el paisaje que les rodeaba les dejó boquiabiertos (fiordos, bosques,…)

“Una vez de nuevo en tierra firme lo verificamos todo… y los consumos reales, tanto de gasolina como de aceite (son 911… y hay que esperar 1 litro cada 2.000km). ¡Ah! Me olvidaba: las baterías habían sido neutralizadas antes de embarcar. Como mi radio exigía un código para encenderla y que este se había quedado en París, tendría que contentarme con el ruido del Flat 6. Damned!”

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Dormir, tanto como sea posible

”El 27 de agosto llegamos a Haines y realizamos las primeras fotos de nuestros Porsche ya listos. Mientras tanto, Detlev Von Platen, el brillante presidente de Porsche en los Estados Unidos, nos había enviado un mensaje de ánimos muy amable en el que nos prometía organizar una bonita fiesta en Miami, a nuestra llegada a “The Collection”, el gran concesionario Porsche”. ¡La presión subía en cada momento! Sin perder más tiempo emprendieron la marcha hasta Anchorage, donde llegarían al cabo de dos días. “En Anchorage se compra oro y diamantes al peso en cualquier esquina. Allí, apenas llegados, nos sorprendió un “big boy” que se bajó de su VW y golpeó nuestra ventana. “What the hell are you doing here, guys? Where do you come from? (Políticamente, ¿Que hacéis aquí? y ¿de dónde venís?)”. Mike Holtzclaw es porschista y preside la sección Alaska del Porsche Club of America, uno de los más antiguos del mundo. Aprovechó para darles todos los consejos posibles, tomándoles en un principio por locos, antes de confesar que, cada año, él mismo se desplaza por carretera en su 911, hasta el gran encuentro de Porsche de Monterey, ¡en California! Son más o menos 6.000km… ¡ está claro!

Justo ese fin de semana del “Labor Day” (día del trabajo, festivo federal que se celebra el primer lunes de septiembre), Mike se reunió con otros porschistas aún presentes en la ciudad para la foto de recuerdo.

Viendo la simpatía de aquel tipo, Pascal y Gérard le propusieron que fuera el encargado de darles el pistoletazo de salida, a lo que respondió: “Toco la guitarra en un bar por la noche, ¡vendré directamente después!” Dos días más tarde, tras descansar y organizar los últimos detalles, nuestros amigos franceses se citaron a las 6h de la mañana en el parking del Motel. Gérard, haciendo gala de su pasión por el cine, terminó de verificar todo un sistema de cámaras GoPro que había instalado en cada coche, y que le permitirían, una vez de regreso a casa, poder montar su película.

Aprovecharon también los últimos minutos para desayunar tranquilamente y para estar en contacto con la civilización, puesto que los siguientes 4 días y 4 noches, sólo verían carretera y estaciones de servicio. Fue en ese momento cuando, compartiendo desayuno con dos policías, Pascal les preguntó: “¿Los detectores de radar están autorizados en Alaska?, ¿El “limite tolerable” en carretera era más bien de 90 o de 100 millas?” A la primera pregunta respondieron que sí. A la segunda, enfriaron un poco los ánimos de nuestros escuderos: “80 millas por hora más bien”. Tocaría ser prudentes..

 

964 Carrera

Ya eran las 7 y Mike estaba allí con su Porsche, tal como les había prometido dos días antes. La bandera se levantó para dar la salida en un momento que quedaría inmortalizado. Go! “Sin perder un segundo, subimos hacia Tok, a 318 millas de allí (512km). 20 minutos más tarde, me pararon una pareja de Rangers enfurecidos. Apenas habían visto pasar a Gérard, a toda pastilla, sin darles tiempo a reaccionar. Pasado unos minutos, se calmaron y tras algunas explicaciones, me dejaron continuar sin interponer ninguna multa”. Al final de la mañana, llegaron a Tok para el primer repostaje. Gérard- “No encuentro el cargador de mi teléfono, que es el que dirige las cámaras GoPro que llevo montadas”. Por suerte, encontró uno en un comercio local; el otro ha caído bajo el asiento y no lo encontraría hasta 4 días más tarde.

Tras llenar el depósito, tomaron dirección sur hacia Whitehorse por la Alaska Highway 1, para realizar un recorrido de otras 387 millas (623km), que grosso modo representaba el segundo cuarto de la distancia que teníamos que recorrer. Ahora, se preguntaban: ¿En qué estado estaremos tras esta segunda etapa? y ¿cómo sería el cruce de la frontera hacia el territorio del Yukon, en Canadá?, sabiendo que la tercera etapa antes de la pausa era de… 598 millas, o sea poco menos de 1.000km. ¿Cuánto tiempo pasaríamos a ritmo lento, esperando vía libre en las carreteras?, ¿hay que apretar fuerte el primer día para llegar lo más lejos posible aun corriendo el riesgo de estar muy cansados para el segundo día? Finalmente, no hubo discusión: una vez llegados a Whitehorse, eran casi las 2 de la madrugada y estaban rendidos. En el Motel 8, el recepcionista aceptó cobrarnos la habitación por horas, el tiempo de una ducha y de dos o tres horas de sueño.

¡Todo el mundo en pie!

Sin casi tiempo para soñar, el despertador tocó diana. Un rápido desayuno de Frutos secos, sándwich de embutido y café durante el repostaje en una estación de servicio y a seguir. Esta vez, la primera etapa del día era la más larga, con sus 962km hasta Fort Nelson, en la Columbia Británica,… (ya sabéis, ¡ allí donde os confiscan el coche si superáis en exceso el límite de velocidad!).

En Canadá, la Alaska Highway se convierte en la Klondike Highway y luego en la Yukon Territories Highway…. “Llegamos a las 3 o 4 de la tarde. Hacía ya un rato que nuestros walkie-talkies se habían quedado sin batería y no nos podíamos comunicar. Y como no había cobertura telefónica, cada coche circulaba solo. Nos reencontrábamos de tanto en cuanto en la carretera, para tomar una foto, o para grabar un trozo de película, pero sin demasiada comunicación. Estábamos los dos absortos en nuestra propia aventura, motivo por el cual habíamos decidido realizar el viaje en versión “solo a bordo”.

Tras Fort Nelson, la segunda etapa les llevó hasta Grande Prairie, en Alberta, vía Dawson Creek (el quilómetro cero de la Alaska Highway bajo todos y cada uno de sus diferentes nombres). La tranquilidad del norte y la de sus paisajes tranquilos y luminosos fue desapareciendo.

 

Aventura USA con Porsche 964

 

Salieron de la Columbia Británica para entrar en Alberta, donde los detectores de radar estaban de nuevo autorizados (¿o tolerados?). Esto les permitió acelerar el ritmo, porque el objetivo del segundo día se encontraba pasado Saskatoon, capital de Saskatchewan, a unos 1.000km de allí. “¡Haced números, íbamos a traspasar por primera vez el umbral de los 2.000km al día! ¿Hay de qué preocuparse? Una vez más, cuando teníamos que parar, era porque no podíamos mantener por más tiempo la lucidez necesaria para poder conducir en toda seguridad”. La noche anterior, Gérard no había conseguido dormir. Para él, la jornada fue difícil, y la cafetera que llevaba en el coche trabajo mucho ese día.

Llegaron a Saskatoon poco después de la una de la madrugada. “Gérard me había pedido por teléfono que le encontrara una habitación, pero por mi parte, cierta euforia me daba alas para continuar. Tenía muchas ganas de seguir, una o dos horas más, ya que lo que recorriéramos en ese momento nos lo ahorraríamos el día después, pero hice media vuelta. Nos dirigimos a las afueras de la ciudad, pensando que sería fácil encontrar un hotel barato. Encontré dos habitaciones y esta vez, fueron más de tres horas de sueño”.

A las 6 de la mañana ya estában en el lobby del hotel. Ese día, la policía volvió a aparecer y pillaron a Pascal circulando a 94 millas por hora (155km/h). “ Era momento de levantar el pie derecho. Además, como la calefacción funcionaba al máximo, empezaba a hacer mucho calor dentro del coche. A partir de Saskatoon circulé con las ventanas abiertas, pero, aun así, la temperatura a bordo era insoportable. Bebía litros de café en cada repostaje,… eso me inquietaba, pues la jornada acababa justo de empezar. Era indispensable llegar a Georgia y Florida de noche, ya que de día, con más de 38ºC en el exterior y dentro de un Porsche negro, con la calefacción a fondo, el cansancio acumulado y los miles de quilómetros que aún quedaban, sería un objetivo difícil de cumplir”. ¿El programa del día? La primera parte, de 702km, consistía en llegar a Winnipeg, la capital de los Manitoba, en dirección sureste, antes de poner rumbo sur por Fargo, ya en Estados Unidos.

Fargo, la ciudad de los hermanos Coen

Uno de los deseos de Gérard era grabar el momento en el que cruzaría la frontera entre Canadá y los Estados Unidos. Lamentablemente, fue descubierto en su intento por un agente de inmigración que le pidió que borrara la memoria de su cámara, y aprovechando la ocasión, le hizo vaciar el coche para examinarlo. Tras cruzar la frontera, avisó a Pascal para que conectara las cámaras antes de llegar al cruce fronterizo, y nadie se dio cuenta de ello, con lo que Gérard ya tenía su deseada grabación.

Si hay un punto de paso obligado en esta ruta de 8.000km, ese es el de la ciudad de Fargo, famosa por la conocida película con el mismo nombre de los hermanos Coen. Pascal cuenta que, “Llegando a Fargo, Gérard me llamó y me dio la dirección de un lugar cercano en la entrada de la ciudad, donde había un panel de “Fargo” del que quería tomar una foto con los dos coches”. Tras este pequeño homenaje y recuerdo, la ruta continuaba.

El próximo objetivo era la ciudad de Atlanta, pasando por las ciudades de Minneapolis, Madison y antes de desviarse unos 40km para asomarse por la ciudad de Milwaukee, sede de Harley Davidson. Luego, el camino era directo al sur por Nashville hasta llegar a Atlanta. “Ésta fue una etapa muy larga, con paisajes poco espectaculares y vehículos de policía por todos lados. En resumen, el tiempo pasó muy lentamente y se hizo muy pesado. Me arrastré hasta pasar Atlanta y me desplomé en un hotel. No había nada que hacer, tanto de noche como de día, el calor era terrible. Me convencí entonces de que, si me ponía en ruta temprano, evitaría las horas más calurosas del mediodía en Florida. A las 5 de la mañana me puse en marcha. A las 9 no podía más y abrí la capota pero,…lo que puede resultar agradable cuando vas de paseo, lo es mucho menos cuando tienes que recorrer 600km a 130km/h. Las turbulencias, el ruido, la fatiga,…” Gérard por su parte, mantenía su objetivo de realizar el viaje en menos de 4 días, y poco antes del mediodía, se encontró con los primeros atascos de Miami.

 

Carrera 2

 

Finalmente, consiguió un tiempo de 94 horas y 10 minutos, o lo que es lo mismo: 3 días, 22 horas y 10 minutos desde Anchorage, tiempo de descanso y diferencia horaria incluidos. “Haced números, recorrer 8.061km en este tiempo, representa una velocidad media superior a 85km/h”. Chapeau !, como dicen los franceses. Pascal llegó a Miami tras13h al volante, con una media ligeramente por debajo de los 84km/h.

Al día siguiente, Pascal y Gérard fueron recibidos por todo lo alto en el Centro Porsche de Miami, “The Collection”: ¡ Nada comparable a la modesta odisea que justo acabábamos de atravesar!

Gérard Pirès tenía ya su récord de velocidad entre Anchorage y Miami. ¡Bravo!

 

 Texto y Fotos: Pascal Dro y Gérard Pirès

Agradecimientos a Pascal Dro y a Gérard Pirès por haber compartido con nosotros las anécdotas de su aventura.

 

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